sábado, 1 de octubre de 2011

Quincuagésimo sexta.

Sé que leerás esto tarde o temprano. Esa es la idea. Hay cosas que tan solo pueden hacerse así. Cuando el tiempo lo decida. 
Odio esta situación en la que no te fluyen las palabras. Situación en las que pareces estar muy lejos de mi, aunque me digas que estas cerca. No me gustan los monosílabos, ni las contestaciones que en realidad no dicen nada y dejan mucho que desear. Sabes como lo siento. 
Cuesta hablar y no saber que decir. Lo sé.
Miento. Miento y te digo que no pasa nada. Que vale, que bien. Pero no es así, no entiendo nada. 
Parece que estamos en un limbo donde lo único que puedo hacer es esperar a que todo cambie. A que todo pase. A que se calme el maldito huracán. Y vuelva a ser todo como era antes. 
Y lo peor de todo es que tengo la corazonada de que no volverá a ser así. Que una de las dos se cansará y dirá todo. Absolutamente todo lo que se ha estado callando, sea por los motivos que sea. O quizá quieras que siga esperando a que te recuperes de algo que ni siquiera tu sabes.
Sabia desde un principio que todo esto iba a ser difícil. Que tu no eres la que eras antes. Que iba a tener que aguantar y tirar con muchas cosas. Pero, jamás pensé que fuéramos a llegar a este punto. En el que no es tirar. Es arrastrar. Es callar y hablar de mil chorradas. Que no me importan un pimiento. Es callar y obligarme a pensar que unos días, unos días y todo pasa. Pero sé que no es así. Y que o cambia o nos cansaremos, y lo peor de todo es que estoy empezando a pensar que quien se casará seré yo. 

ojalatodovuelvaasuprincipio.

A veces llego a pensar que las cosas se pueden solucionar. Como cuando me besas o me mandas alguna señal. Pero entonces vuelven las conversaciones obligadas, los agobios, y los malos tragos y todo se vuelve a ensuciar de la mas asquerosa mierda. 
A veces cuándo te miro a los ojos vuelvo a ver eso que hace mas tiempo del que te he confesado no veo. Pero solo a veces, lo mas duro es ver que cada vez que me miras hay algo detrás. Un algo oscuro que hace que el Caribe ya no sea tan pacífico. Que me hace entender que la tempestad se esconde en esos ojos. Esos preciosos ojos.
A veces cuando te beso me contestas con desdén, quizá no te des cuenta y estaría por apostar que ni siquiera sabes cuando. Pero lo haces. Siento tu subconsciente avisándome. 

Sabes que tengo miedo, no, que estoy aterrada. Y sé que estas harta, tan harta como yo. 

Pero lo que no sabes, es el punto, el punto exacto en el que estamos. En el que estoy, punto decisivo de seguir o relegar. Punto decisivo de poder o de abandonar. Punto en el que tan solo las ganas de ser felices juntas nos pueden sacar a flote. Ese punto por el que casi todas las relaciones pasan. Y que deciden el destino.

Dime, cosita, ¿Vuelas conmigo?

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