miércoles, 24 de agosto de 2011

Trigesimosexta.

Me tortura el olor de su piel. Es tán efimero, y tan fuerte, tan lento y veloz. Es como un rio que sube y baja, un rio que atraviesa montañas, ciudades, continentes enteros y aun asi siempre es el mismo. Es como el olor de las palomitas o el de la colonia de una madre, siempre reconocible. Pero distinto, es como el olor del sexo y de la pasion, de las caricias mas dulces y de los mordiscos mas pasionales. Es como montar en globo y  como saltar en paracaidas. Es como pintar. Es como escuchar una melodia que hace que tu vello se ponga de punta. 
Totalmente reconocible, salvaje, dulce, una prisión de la que nadie querría escapar. Un paraiso, un bosque de secuoyas. Es como el mar, como la lluvia, como el sol del medio día y el del atardecer. Es como el viento. Como la tierra. Como el olor de una casa, como los colores de tu traje favorito, como una flor con rocío en sus petalos. Delicado, arrasador.
Es algo que jamás dejaré de desear.

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